Si hay algo que me gusta de la temporada navideña, es visitar a esos familiares que el resto del año no veo con tanta frecuencia. Sin embargo, esta vez la visita fue solo el disfraz de un viaje escondido que me esperaba. Un viaje al pasado boricua donde lo único que se necesitaba era el aire fresco de la montaña para vivir y trabajar.
Era temprano. Luego de tomarme mi café negro mañanero, me puse mi camisa y mi sombrero de paja. Agarré mi machete y me fui a trabajar. Cortando caña se me fue el día y antes de darme cuenta, tenía un plato de viandas con bacalao frente a mi, mientras mis compañeros comían rápido para seguir cortando la caña. Hoy era un día en que no podíamos llegar tarde a la casa. Hoy era el día de la fiesta.
El Flamboyán de doña Tomasa se veía más rojo que de costumbre. Su colorido vestido nos enamoraba aún más de aquel terruño que nuestro pies pisaban. Manolo y Rey sacaron sus guitarras y cuatro mientras que yo con mis tambores sacamos música sabrosa, que el barrio gozó. Doña tomasa estaba feliz de tener to'ita esa gente en su Batey.
La noche llegó inesperada y no fue hasta que quemamos todo el gas, que nos despedimos para irnos a nuestras casas. Cerré los ojos, y el gallo cantó. Abrí la puerta de atrás y mientras me hacía mi café, saludé a la Comay que pasaba por mi casa, con la ropa en su caja y dirigida al río pa' asegurarse que Compay Soto tuviese ropa limpia pa' el domingo. El aire fresco y limpio que se respira me acarició la cara y luego que me sentí en las nubes, sentí como me abofeteó y me acordó, que es hora de ir a trabajar.
Cerré atrás y cuando salí pol' frente, ví que Rey también estaba atrasa'o. Esta no era hora de pasear a Clara. De seguro se levantó tarde, como yo. Pero qué pantalones tiene esa vaca. Si no le da la pasiaíta, no saca leche. Y si no saca leche, el café se lo tiene que tomar puya. Rey brinca to' el día cuando se lo tiene que tomar puya. "Oiga Don Rey, ¿esa Clara se levantó tarde o es que el Pitorro de anoche lo dejó dormir un poquito más?" yo creo que no olló al gallo cuando cantó.
Agarré mi camisa y mi machete y salí dispara'o de mi bohío. Corrí como pude y le pasé por 'lao a la comay que seguía el caminito que entre Rodrigo y yo hicimos pa' que las doñas no se nos perdieran. Vi que Mariolga le hechaba el maíz a las gallinas y no pude dejar de pensar en el asopao de gallinita que me hizo la semana pasada. No sé que tiene ese maiz que le hecha pero esas gallinitas me ponen contento cuando las veo en mi asopao por que ¡tienen un un sabor! ¡Ave María!. La doña me hizo unos tostones, sí que me acuerdo, que estaban tostaitos como me gustan y hasta el perro me velaba pa quitarme el plato 'el frente. Pero ahora no pue' pensar en muzarañas. Es hora de cortar la caña y a ver si horita me tomo un guarapo, pues es lo único que me levanta después de la noche de música que tuvimos ayer.
Bostecé con los ojos cerra'os y cuando los abrí, vi que mi hija me miraba. Miré para los lados y habían dos o tres familiares que me miraban preguntándose qué había pasado. Supongo que mi trance fue largo pues el hielo en mi vaso ya era agua, pero me quedé impresionado como pude vivir ese ratito con el pasado de mi Isla, mientras en mi presente visitaba a la familia que nunca olvida ese pasado sencillo donde los vecinos eran parte de la familia y el diario vivir era de mucho trabajo y alegría.
No sé como no observé esos cuadros antes.
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