15 enero 2009

Comienzos


A quince días del año, comenzando un ciclo nuevo con riesgos, aventuras y retos nuevos, comenzé a recordar otros ciclos de 365 y cómo los mismos me marcaron.

Me acordé de dos nombres: Tufiño y Esco. El primero un maestro del arte puertorriqueño que se nos fue muy temprano, el segundo, un gran amigo con un talento que al menos es cinco veces más grande que el. Para el 2006, la fecha exacta, desafortunadamente, no la recuerdo, estos dos indivíduos coincidieron en una exposición en el antiguo local de Galerías Prinardi en Hato Rey. Luis, Mario y yo fuimos a ver la exposición de Urbanismo y Arte Clásico puertorriqueño que nuestro compañero de trabajo (en aquel entonces, ahora somos todos egresados de aquella escuela y buenos amigos) tenía allí. Esa noche, mientras inhalaba un aire artístico que hacía tiempo no saboreaba, desperté un hambre en mí que al día de hoy me persigue y pide ser saciada.

Entre el grafitti y la plástica de aquella noche, copas de vino, amigos, colegas y sabios maestros nació un "club". Una comunidad de artistas digitales que hoy es UNDO: Creadores en un Mundo Digital. Mi recorrido por la galería esa noche fue de una persona que despierta de una larga coma en la mundanidad que puede ser el vivir para trabajar. En cierta manera, la invitación de Esco provocó en mí un renacimiento en las artes. El hambre artística que sufría en la universidad, opacada por la rutina de la vida, despertó esa noche. ¡Qué rico suffrimiento!Quice agarrar un lápiz y un papel en aquel mismo momento y ponerme a disparar líneas por mi derecha como un loco por ese mundo donde todo es más lento, donde todo es más pacífico y donde por más múscia o gente que haya, el silencio y la comunión entre alma-espíritu-conciencia late.

El niño en mí salió y hasta se avergonzaba al pedir una foto con el Gran Tefo. Foto que compartí con mis amigos y enmarcada llace en mi estudio. La pared que tengo separada para mis grandes logros y momentos/personas importantes en mi pequeño espacio color rojo. Espacio donde han nacido muchas ideas, que a su vez llevan mucho de esa tinte. Hoy, recuerdo esa noche y ansío otra oportunidad de tener otro orgasmo existencial, como aquel. Para definir mi vida, nuevamente. Expandir mis horizontes y llevar mis metas a una cima más alta. Después de todo, son esos retos los que me inspiran, los que me obligan a moverme y salirme de mi cuadrito de comodidad. Hoy recordando Grandes Maestros, y Grandes Momentos, veo las ganas de moverme hacia adelante.

Hoy ansío un nuevo comienzo y espero encontrarme con el cara a cara pronto. Y cuando lo encuentre le daré la bienvenida con brazos abiertos y una enorme sonrisa en mis labios.

Que comienze este nuevo año.

1 comments:

Anónimo dijo...

Recuerdo ese día con mucho cariño. También recuerdo sentir esa misma energía creativa. La verdad es que era contagiosa.

¡Que comienze!

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